Crecí con los poemas de Peri Rossi
y me aprendí de memoria
las canciones de Brel,
el amor era una pose existencial
y la revolución la contraseña
para entrar en la vida.
La sangre y las hormonas
hicieron el resto.

Me levanté de todos los confesionarios,
quemé las culpas
los moldes
y me dediqué a ser joven
con todas mis fuerzas
¡me comía el mundo!

Después,
una gran indigestión.







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