Ahora siento
que buscaba el amor
en lugares donde nada sabían de él
y así
me encontré en las ciudades
más extrañas
amando en vano
y pagando precios
desorbitados.
Tiempo después
me haría un traje
a mi medida,
un impermeable
y un poemario
que me dieran
defensa e intensidad,
consuelo y palabra.
Pero guardo los besos
que me encontré,
esos
que hacen de mí
una mujer experimentada
en explosivos

que jamás estallaron.

No quiero que nadie 
me complemente
y menos 
complementar a nadie,
no quiero cambiar

ni una sola palabra
del lenguaje arisco 
de mis dudas 
sobre ti,
dinamité mis castillos
en el aire
y carezco de planes
con un final feliz.
Me hice mayor
para convocar tormentas
que destrocen el paisaje
que tanto 
me costó construir.
No tengo "el siempre"
No tengo "el nunca"
pero -eso si-
dejaré una silla
un paseo
un viaje
donde descubrir
qué herida te duele
y qué te hace tan feliz.
No creo en cuentos
ni en milongas
pero
si entras
en mi beso, 
yo te escribo
una historia 
-insisto-
con los pies en el suelo
de un cielo prometedor.

Foto Jean Loup Sieff





















La primavera ha transgredido
algunas de las reglas
que me había impuesto
el invierno.
Salgo a respirar
un aire limpio de metralla
y desconsuelo,
de frío calculado
y de espaldas gélidas.
Me abro paso por los amores perdidos
y otras hierbas,
me alejo
de los chantajes emocionales,
del excesivo llanto,
de los idiotas
que creyeron
que la historia
tiene 
una sola versión.
La primavera
viene a mostrarme
el otro lado
de las cosas.

Y es alegre,
alegre
sin esfuerzos.



Y averiguo que el dolor
es opaco,
que me sujeta 
con lazos de acero
y que tengo que aprender
de nuevo
a volar.