Ella te besa en los labios
y te muerde el corazón.
.............................................
Ella no invierte en lo eterno,
es tan "ahora"
que si la ves mañana
tendrías que volver
a conocerla.
............................................
Ella abre palabras
y se come
todos los significados.
...........................................
Ella ha estado en el infierno
y nos ha visto a todos.
..........................................
Ella maneja la rebeldía
como si hubiera crecido
en el combate.
........................................
Cuando Ella sucede,
la vida se llena de público.

                                Foto de Leonard McCombe

Yo era verano
cuando bailaba con lobos
en pistas
de infinitos diámetros.
Era verano
cuando caminaba
furtiva
por las aceras 
de tu casa.
Era verano
cuando la revolución
me corría
por las venas
borrando fronteras
en tus labios.
Yo era verano
cuando el deseo
me registraba
en hoteles
de infinitas estrellas.


                                         
                      Obra Lita Cabellut


Elijo 
verdades afiladas
a traiciones 
limadas
a conciencia.
Hay un momento
en que lo dejas todo,
enseres personales 
como
anillos de compromiso
flores disecadas
o un lacito rosa 
a juego
con la vida respetable
y sales de la línea recta,
del trazo bien definido,
de lo que me dijo mi madre
la monja
el comandante
las Antiguas Escrituras,
salgo a empaparme de lluvia
a esconderme bajo las sábanas
de una ciudad de bostezo
y comadreo
que golpea la puerta
para salvarme,
pero yo no quiero, no quiero
que me salven
de todos y de cada uno
de tus besos.

Y no abro.




Foto Véronique Thomazo

                         Foto Pierluigi Praturlosn

Año 2000, Siglo XXI

Celebramos
el cambio de milenio
recorriendo el camino
a tu casa. No habían taxis
y la noche era celebrada
como si hubiéramos llegado
al futuro.
Me enamoré
en el fulgor de la noche
y me dejaste plantada
un mes y catorce días
después,
tan sinceramente
que no tuve palabras
de réplica.
Fue un romance corto
y un olvido largo.
De ti
tengo tres recuerdos.
El color blanco de tu casa.
Tus ojos
y tu número de teléfono
en la memoria
de objetos perdidos.
Obra Lita Cabellut



Padre
he estado en los infiernos
y más allá
de las plantaciones sin fruto,
la soledad
acuchillando
mi espalda,
padre
he visto residuos,
basura de bocas
malditas
que duelen,
padre
huyo de aquí
sin llevarme nada
más que el intento
frustrado
de coger la vida
por su parte más dulce.


Padre,
me duele el fracaso.

Ha empezado la cuenta atrás
y tengo
el último número.
No te concedo más tiempo
que el minuto
de un verso
que no te extraña.
El puente roto.
El paraíso dinamitado.
Una puerta blindada
tras de ti.
Descolgados espejos
de siluetas invisibles
y besos 
que no se tocan.
Que no cunda el pánico,
no me caben más heridas
en mi geografía,
he recorrido
el itinerario de todos los errores
y mañana escribiré más
sobre las despedidas.
Triple salto mortal
y me salvo.

Foto Laura Makebresku





He desleído todos los poemas
para llegar a ti
sin palabras,
para descitar 
la recurrente métrica
que nos aboca
a un amor
con demasiados adornos.
He venido sin rituales
sin ropa
sin anillos,
he venido en carne viva.

Después -en el camino-
encenderemos velas
acunaremos versos
recordaremos ritos,
pero ahora no.

Ahora,
nosotros.

He volado 
por encima
de vuestras cabezas 
huecas
y he borrado 
mandamientos hostiles
para poder amar
a mis anchas,
he sorteado 
hocicos chismosos
y obscenos
con la rabia inocente
de una mujer
que sentía la libertad
y ahora -después de tanto-
me acerco a la calma,
me atrevo a firmar
poemas 
con nombre propio, 
justo ahora,
que la sintonía
de mi alma,
nunca estará 
a vuestro alcance.
Y disculpen 
las molestias
y los finales con punto,
para qué
nos vamos 
a engañar,
desecho los suspensivos
sin nada 
que añadir 
a vuestras miserias.





Caerán mis huesos al suelo,
retumbaran sobre la baldosa fría
el húmero
las costillas
la tibia
el cráneo,
quedará desparramada
mi carne,
vacía ya

de fracasos y de chantajes,
de planes y de calendarios,
de fuerzas y debilidades.
Me quedaré ahí
para exhumar
mi último grito.


Ocupé mucho tiempo
en desmantelar la casa,
en tirar al contenedor
las sábanas
los ceniceros
y la última botella.
Me costó
limpiar la noche,
sacudir el adiós
de las alfombras.
Lo demás
me lo llevé a la soledad
que me acompaña
y cuando lloro
no sé si lloro por él
o lloro por todo,
el caso
es que mi llanto
se hizo silencioso
para echarle de menos
sin demasiada vergüenza.


Glen Close
Foto Richard Phibbs