Digamos que quizá
no estuve sola,
que conversé contigo
en aquel local
de música en directo
donde la gente
no quiere escuchar
más lamentos
que el de una guitarra
sin letra.
Después jugamos a besarnos
en el portal de tu casa
y amparamos el deseo
bajo las sábanas
de una velada completa.
Te reíste de mí
cuando te dije
que yo no creía en el amor
y tú presentiste
que salía todas las noches
a buscarlo.


Foto Silvia Grav

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