La primavera ha transgredido
algunas de las reglas
que me había impuesto
el invierno.
Salgo a respirar
un aire limpio de metralla
y desconsuelo,
de frío calculado
y de espaldas gélidas.
Me abro paso por los amores perdidos
y otras hierbas,
me alejo
de los chantajes emocionales,
del excesivo llanto,
de los idiotas
que creyeron
que la historia
tiene 
una sola versión.
La primavera
viene a mostrarme
el otro lado
de las cosas.

Y es alegre,
alegre
sin esfuerzos.

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