Mi palabra se sube
a una catástrofe
o a una esperanza
mencionando
voces internas
que me abrasan
o me matan de frío.
Escribo sobre la fatiga
o el entusiasmo
contando los años
que transcurrieron libres
o que conformaron
la métrica oficial.
Al fin escribo 
para salirme con la mía,
para sacarle la lengua
a la estadística
al clero
al sistema patriarcal
al poder de la información
al reinado de los vampiros.
Escribo para tener
un reservado,
un local con derecho de admisión,
un territorio 
donde excluir
a los invasores.

(Escribo también
sobre lo imposible,
si acaso amarte
lo fuera)


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